viernes, 31 de julio de 2009

Los 10 nuevos Derechos de los niños


En Torno A La Fantasía e Imaginación.


1. Reconocer, mediante resoluciones internacionales y
leyes de cada país, la importancia, significación y
trascendencia de soñar, como un recurso de carácter
estratégico y base del desarrollo económico, social y
cultural de la colectividad, precisando que sin la
fantasía e imaginación la realidad no sería completa y es
sólo con estos atributos que la vida llega a ser verdad.

2. Estipular que el sistema educativo debe propiciar la
imaginación, que así como hay maestros de estética o
lógica haya maestros de fantástica, incluso funcionarios
que inciten a la imaginación, a fin de que a partir de los
sueños las personas cobremos ánimo a favor de alcanzar
ideales, se alcen y echen a flamear banderas y estandartes
defendiendo la vida que es hermosa y no es justo
desperdiciarla ni en falsos problemas ni en trivialidades.

3. Aprobar que los niños tienen derecho a zambullirse, con
zapatos y todo, en los manantiales de la imaginación sin
que nadie intente por ello reprenderle sino al contrario,
echarse a volar junto a ellos hacia mundos distantes,
distintos y hasta opuestos; otorgando prioridad a la
confección de un artefacto sencillo, un par de alas
externas –en vez de producir armas y material bélico– con
las que podrán dar un par de vueltas por la realidad, para
luego reinventarla.

4. Tienen derecho –los niños, y los seres humanos en
general– a no ser sancionados si olvidan realizar
cualquier actividad por contemplar el abrirse de una flor,
desenroscarse una oruga, discurrir las aguas de un río,
seguir paso a paso el lento caminar de un escarabajo. Que,
ante la felicidad de contemplar un arco iris, el cielo
tachonado de estrellas, los campos de trigo a la luz del
plenilunio, se cierren los cuadernos y guarden las teorías.

5. Tienen derecho los niños a subir a lo más empinado de
una torre y contemplar el milagro de la creación. Que se
abran los lugares más altos de los edificios y desde allí
se pueda avizorar e imaginar un mundo mejor. Que haya
excursiones obligatorias a las cimas de las montañas a fin
de arrobarse ante el vasto panorama estelar. Tienen
derecho a conocer un castillo, un lago, una catarata;
mojarse en la lluvia, moldear la arcilla y navegar en el
mar.

6. Tienen derecho a ser valorados por la osadía de sus
sueños y por dicho motivo enaltecidos, siendo
identificados y reconocidos por ello. Después de la
exposición de una teoría soñar, dejando a un lado la
pregunta impertinente del profesor si ésta no alcanza el
nivel de la ilusión. Que cuando alguien imagine todo se
aquiete y camine de puntillas; que haya una alerta y
consigna general para no interrumpir el portento de este
hecho extraordinario.

7. Los niños tienen derecho y plena libertad de imaginar
un mundo mejor, instalando el reino del bien, la belleza y
el valor, que son atributos de la infancia. A instaurar la
imaginación en el poder. Que ante el anhelo de transformar
el mundo no se le replique que es imposible y descabellado
intentarlo. Que en este y otros aspectos nosotros vayamos
tras ellos.

8. Los niños tienen derecho a mirar la realidad con ojos
de asombro y admiración. Ante ello no podemos ser
críticos, ni mucho menos descreídos o escépticos, sino
asirnos a su vuelo por el ámbito de la fantasía, subidos
en aquellas naves, trocados en alas y viento, convertidos
en todo lo que viaja y se eleva, siendo bienvenidas estas
tres gracias: el trabajo gozoso, el honor y la divina
locura de amar lo creado.

9. Los niños tienen derecho a reconocer que sus brazos
antes fueron alas, que con ellos pueden volar por el mundo
en su proeza de ser amplios y vastos; que sus manos en el
intento de crear rompan esquemas, como algunos objetos y
artefactos. Que las manos son para moldear un mundo nuevo
y los brazos para cobijar y proteger lo que es débil. Que
manos y brazos son la perfección de las alas que llevamos
dentro y es con ellos que hay que dar concreción a los
sueños.

10. Los niños tienen derecho a sumergirse en el mundo del
misterio, embrujo y sortilegio. Escuchar los tambores y
timbales que resuenan en la tempestad, entrever la sirena
que surge envuelta entre lianas y algas; que en la noche
estrellada somos dioses actuales y remotos, vigentes y
atávicos; que la fantasía no es falsedad, que en nosotros
reviven a cada instante y se hacen cotidianos los arcanos.

11. Tienen derecho a utilizar toda su paleta de colores
para pintar cualquier asunto y cosa. Que en su visión las
manzanas pueden ser azules y amarillos los tomates. Que un
gato puede tener estampado encima el arco iris, el sol
color del capulí. Pedirán sanciones para quienes todo lo
pintan de un solo color, peor si es gris, siendo agravante
mayor pintar aulas y colegios de colores opacos,
mortecinos o lastimeros.

12. Tienen derecho a poner su oído en el hueco de un
caracol y trasmitirnos en cualquier lenguaje la sabiduría
del mar, de sus profundidades y sus inabarcables orillas.
Que a partir de esas palabras se cambien conductas y
disminuyan de precio los productos; derecho a sumergirse
en el océano de la vida, en los secretos que expliquen las
razones o sinrazones supremas de esta efímera existencia.

13. Tienen derecho a pasar de asombro en asombro, de
maravilla en maravilla, de milagro en milagro. A comunicar
descubrimientos inesperados, que el árbol de naranjas del
patio convierte las pepitas de oro en semilla de nuevos
árboles, hecho verdaderamente portentoso; a despertar en
la humanidad el anhelo de hacer posibles las utopías
pendientes.

14. Tienen derecho a darle vida a los seres y objetos que
aparentemente no la tienen. A conversar con las nubes, a
saber lo que piensan las piedras. A tener comentarios de
los vínculos de amor existentes entre sol y la luna,
tierra y cielo, cerro y colina que viven juntos.

15. Tienen derecho que ante sus preguntas las respuestas
de los adultos sean de igual o mayor calidad en cuanto a
magia, ingenio y poesía; que lanzados por ellos al mundo
incógnito y misterioso –como es frecuente– también
participemos en dicho juego. Que si nos preguntan
respondamos con igual fascinación que tienen sus
averiguaciones.

16. Derecho a que si creen en algo no se le desmienta ni
corrija, ni se les desencante diciéndoles que eso es
falso. A que todo ser se enmiende para ser bueno ante
ellos, a fin de mirar el mundo con esperanza. Que su
selección de fútbol gane siquiera un campeonato. Que se
organicen festivales para dar lugar a que los que nunca
han ganado por fin ganen.

17. Tienen el derecho a que se le apoye en su convicción
de que tienen los mejores padres del mundo y,
verdaderamente, se los reconozca así en dicha dimensión.
Que su padre y madre sean coronados reyes siquiera una
vez. Que su casa es su casa y no de la inmobiliaria que
quiere desalojarlos. Que nadie diga que su país es feo y
de ladrones; que se repita mil veces que no hay nada en el
mundo más bello, bueno y hermoso que él. Porque es verdad.

18. Tienen derecho a creer en su familia, en sus hermanos,
en la caballerosidad de sus vecinos, en el pundonor de sus
gobernantes, porque lo contrario significará dejar de
creer y eso es triste. Los mayores tenemos el deber de
luchar porque la realidad no los desmienta. A pedir que
las personas de su alrededor sonrían como ellos lo hacen.
Que triunfen los seres con los cuales ellos se
identifican. Pedir el cambio de un maestro por no sonreír,
por vestir de luto, por hablar de catástrofes.

19. Tienen el derecho universal a la alegría, a celebrar
la vida y mirar cada una de sus manifestaciones con
arrobamiento. A caminar libremente por playas, colinas,
valles y desiertos; a sacarle el jugo a los amaneceres y
crepúsculos. A la danza libre y gloriosa en la adoración a
la luna, al sol, al arco iris.

20. Tienen derecho a iniciar un viaje en busca de la clave
que explique el misterio del universo; a dejarlo todo con
dicho propósito, porque puede ser que este asunto
irresoluto ellos lo resuelvan. A dejarse guiar por un
chispazo, por un latido, por una corazonada. A ser
atraídos por lo ignoto, porque finalmente eso somos:
encantamientos, misterio, conjuros, adivinanzas y
prodigios en la noche.



Fuente: http://tercerama.blogspot.com

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